“He perdido a mi perro que tenía desde hace siete años. Lo busco por todas partes… Lo he perdido hace un mes, cerca de Deauville, y no lo consigo encontrar, lo que supone una tremenda desgracia cuando se ama a los perros..” Así hablaba ante la Televisión francesa la novelista
Francoise Sagan en septiembre de 1964 tal como lo recuerda
Le Magazine Littéraire en un
dossier dedicado a los animales y a la literatura. ”
Es un animal bastante grande, negro y marrón, con las cuatro patas blancas y una mancha blanca como la de un maitre
de Hotel. Le falta uno de los dientes porque se le ha caído…”, describía angustiada la novelista. Cuando uno de los periodistas quiso interrumpirla y decirle: “¡
Al menos es curioso! ¿No se encuentra usted algo molesta por tener que convocar a la Televisión para hablarnos de su perro? ella contestó: ”
Sí, quizá lo encuentre un poco molesto, pero, por una parte, yo adoro los perros, y en ese caso todos los medios son buenos; y, por otra parte, yo he sido muchas veces perseguida por los periodistas de televisión. Cuando por azar me pueden ser útiles, no tengo ningún escrúpulo en utilizarlos (…) Las historias del respeto humano me sobrepasan ya desde hace tiempo, y yo desearía mucho mejor recuperar mi perro y que se burlen de mí miles de desconocidos que vivir sin mi perro y tener la buena consideración general…”
Perros, perros famosos, gente famosa, perros silenciosos que saben cuando el artista ha dejado su quehacer y se yerguen de su sitio, se desperezan, y le acompañan mansamente, yendo y viniendo por la vida, apenas un ladrido, suele sobrecogerles la tormenta, les distrae una avecilla que pasa, vuelven, vuelven de vez en cuando la cabeza para ver si el amo camina, sí, camina, va detrás
Virginia Woolf pensando en
Flush, el perro de la poeta
Elizabeth Barret-Browning, va
Mujica Láinez con
Cecil, que mira cuanto duda y cuanto escribe el argentino. Tienen su hora estos perros para husmear el espacio, se apoyan en el quicio de la necesidad y descargan cuanto llevan dentro. Perros, perros célebres inmortalizados por
Velázquez, que descansan estirados en
Las Meninas, que reposan a los pies de los cazadores, a la sombra de los infantes, perros que cruzan los cuadros. Perros, perros siempre, a los que se les pasa la mano sobre el lomo antes de volver camino de casa y sentarse de nuevo a escribir.
(
Imágenes: 1.-foto: Keith Carter.-Imagery our world /2.-Velázquez: detalle de” Los hermanos de José”.- flikr.-Lyceo Hispánico)
http://misiglo.wordpress.com/2009/04/16/perros/
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